Detener un embarazo obligada
Embarazo ectópico - de la expectativa al duelo sin escalas
Que difícil se me hace escribir sobre esto… Cuanto por decir, cuanto por callar y cuanto por gritar…
Desde que me enteré que estaba embarazada, hasta que le vi la cara a la médica de guardia que me hizo la primera ecografía pasaron 12 días. 12 días de expectativa, sueños, anhelo, felicidad y amor, mucho amor.
El día número 12, escucho la frase, “no se ve nada en el útero, pero puede ser que sea muy pronto”. Mi mente se quedó ahí, repitiendo en loop esa frase, tratando de encontrar en esas palabras algo más de lo que la frase expresaba… Mientras que la medica me explicaba que tenía que volver en una semana para repetir la ecografía y muchas otras cosas técnicas como el valor de la beta, las semanas de gestación, etc.
Pero a mi se me grabó el “no hay nada en el útero” como si mi mente y cuerpo ya supieran que algo no andaba bien. Esa semana estuve con mucha ansiedad, pánico, incertidumbre… Hasta llegué a pensar que quizás -al haberse cruzado por mi mente que no era el mejor momento para estar embarazada- lo había causado yo.
Yo me enteré que estaba embarazada pese a todo pronóstico de imposibilidad para lograrlo naturalmente. Ya que en una visita al especialista de fertilidad me había dicho que no iba a lograrlo sin fertilización asistida. (por baja reserva ovárica)
Esto trae a colación, el contarles sobre la primera emoción experimentada durante este proceso… La rabia.
Si, sentía rabia con dios, la vida, y el universo, por haberme hecho creer que lo que estaba ocurriendo era un milagro, una bendición -lo cual si, lo fue, por 12 días- y no un momento tan difícil de transitar.
Llega el día número 19 desde que me enteré que estaba embarazada, cuando se cumplía la semana de espera y era tiempo de repetir el estudio. Mi ilusión y yo fuimos a la consulta deseando que en esa semana, aunque sea, haya crecido el saco amniótico, no estábamos ansiosas por ver al embrión… Solo queríamos olvidarnos de la afirmación “no hay nada en el útero”.
Una vez dentro, la médica muy amorosamente me recibe y dice ¡veamos!
Ya la cara no coincidía con la buena noticia que fui esperando. Empieza a hablar con nombres muy de manual de medicina y llama a una compañera… Luego de unos minutos de analizar entre ellas la ecografía -que en mi mente fue una eternidad porque luché contra mis peores pensamientos- me comentan que, efectivamente, no se ve nada en el útero pero que la beta creció mucho como para indicar un embarazo ectópico. De todos modos, me informan que se ve una imagen dudosa en el ovario derecho y que hay que controlar en 48hs.
Esta vez mi mente recordó “la beta creció mucho para indicar un embarazo ectópico”, entonces me quise aferrar a la fe, pues es mejor sentir fe que rabia.
Volví en 48hs (dia 21) y lamentablemente confirmaron el diagnóstico de embarazo ectópico. Diciendo que “tenía suerte” que no presentaba dolor, ni sangrado y por eso, pueden esperar otras 48hs para ver si tu cuerpo lo detiene solo o … (te empiezan a hablar de maneras de terminarlo).
Tu mente no está ahí, tu mente está vagando entre que vos no querés detener nada, pero te están diciendo que es eso o tu vida… Pensando en si vas a poder gestar nuevamente y de ser así, en cuanto tiempo… Sintiendo que tienes una vida dentro pero que no la vas a poder conocer nunca.
Entre medio de todo ese torbellino de furia mencionado anteriormente -mientras salía del hospital caminando sobre un piso no muy fijo- recordé que la rabia o el enojo, siempre encubren al dolor, la tristeza, la angustia… Y ahí, conecté con mis lágrimas, dejándolas salir, libres de expresar toda esa pena que mi alma sentía al enterarse que ese sueño, quizás, no se haría realidad. Que mi hijo no iba a tener ese herman@ que tanto esperábamos. Que mi cuerpo estaba experimentando síntomas de un embarazo que no iba a ser viable. Que la vida te obliga a realizar un aborto mientras miras a un niñ@ y sabes en lo que se puede convertir.
¡Qué pena! Abrazo a todas las mamás que pasaron, están pasando o pasará esto en sus vidas. Es algo que llevaremos siempre con nosotras, porque desde el minuto que nos enteramos que estamos embarazadas, nuestro cuerpo comienza a anidar y se convierte en hogar para otr@ ser humano. Es parte de nosotras, lo sentimos, lo percibimos e imaginamos.
Comparto algunas cosas que me han ayudado a pasar los primeros días de este proceso un poco mejor.
Conectarse con una misma y sus emociones: son cosas que tenemos que tener el valor de sentir, no dejar que nos abrumen, pero sí entender que están ahí por algo y que al gestionarlas bien… Como llegan, se van.
Vulnerabilidad en tu pareja: si no lo has estado haciendo, este momento es la excusa para empezar. Comunícale tus miedos, tus penas, tus ansiedades… Confíale tus pensamientos, tus ilusiones… Te sorprenderás de las veces que van a coincidir habiendo pensado lo mismo, pero se sentían solos por no compartirlo. Sentirse acompañado siempre es mejor.
Encontrar mujeres que hayan pasado por lo mismo: esto es crucial, porque no todos nuestros vínculos están evolucionados emocionalmente, y quizás, no empatizan con lo que estamos viviendo y tienden a no validar nuestras emociones o pensamientos y terminan generándonos más ansiedad que calma por desahogo. Así que, si no conoces a nadie en tu círculo cercano, busca foros, grupos o -si ustedes me ayudan- podemos generar una comunidad en los comentarios de este post y armar algo mejor más adelante.
Enlaza con el feto: Háblale, acaricia la panza, agradece… y déjal@ ir. Este paso me ayudó muchísimo por dos cuestiones.
1. Porque estoy embarazada, mucha controversia con este tema, pero si… estoy embarazada y por mas que este en el lugar equivocado hay una vida creciendo en mi.
2. Porque me hizo ver este momento desde otra perspectiva. Agradeciendo por recordar lo que es estar embarazada -o para las que nunca lo habían experimentado agradecer conocer lo que es- y también por aceptar la naturaleza y la vida misma. Me saque emociones que venían desde mis propias expectativas y razonamientos que no servían de nada.
Dia 23 y 30
Primera y segunda dosis de metotrexate.
Como era una “afortunada” y tenía “suerte”, no me tuvieron que hacer cirugía, me inyectaron con una droga que sirve para debilitar a las células que están creciendo en nuestro cuerpo. Me tuvieron que inyectar dos dosis con una semana de diferencia entre ambas porque con la cantidad de beta que tenia, una, no iba a ser suficiente.
Todavía no puedo descifrar lo que sentí en ese momento. No se si lo bloquee o lo quise sacar tanto de mi mente, que no logro captar ninguna emoción que me haya hecho sentir.
La primera fue la más dolorosa emocionalmente, porque fue la que me hizo entrar en la realidad más cruda. La realidad que estaba consintiendo que terminen con mi embarazo.
Fueron días de ir cada 48hs a la sala de emergencia para ver como iba bajando la beta -que ellos lo tomaban como algo super positivo y yo por dentro me quería sentir feliz por mi salud pero me acordaba que era a costa de otra cosa- idas y venidas por despertares nocturnos de dolor.
A todo esto vale aclarar que todo esto lo transitas con miedo, si… miedo, de que se te rompa la trompa, se te lastime el ovario, tengas hemorragia, etc. Osea, no solo estas pasando por un momento traumático sino también, surfeando el miedo y la incertidumbre de que estas cargando una bomba que no sabes cuando puede explotar.
Hasta que el día 48, me despierta un dolor que no había experimentado hasta ese momento y despierto a mi esposo para que vayamos a ver que me estaba pasando.
Nos ingresan y me colocan suero y medicación a través de una vía. Me hacen una ecografía y ven que tenía hemorragia interna en la panza… Por lo cual me dejan 2 horas en observación y me comentan que quizás, me tengan que intervenir quirúrgicamente… Pero gracias a dios, después de las 2 horas me comentan que no sería necesario porque la hemorragia no estaba activa o no había empeorado. Una vez apaciguado el shock del momento, pregunto el por que de lo sucedido y la medica me contesta… “Se está deshaciendo el embarazo y por eso estas con pérdidas y sangrado interno”.
De esta manera el día 48 fue el día que me despedí del ser que me acompañó en estos casi 50 días y pude empezar a ir procesando, reviviendo, entendiendo, aceptando y cerrando.
Lo que sí puedo decir ahora -un mes después de la primera inyección- es que cuando miro para atrás, digo, ¡guau! Cuanta emoción vivida, cuando sentimiento, cuanta ambigüedad… Le agradezco a esta versión nueva de mi misma que me permitió transitar cada emoción, procesar y sanar.
Porque yo elijo cómo me siento con esto
Como me atraviesa
Si me rompe o me transforma
Yo decido que vos, el tiempo que estuviste dentro de mi
Seas luz, esperanza, amor
No dolor, pena y angustia
Si, te lloré, te desee y te duele
Pero en mi va a vivir siempre esa parte de vos
La que decidió pasar por mi cuerpo y ser VIDA
Entonces…
Te voy a vivir!
Gracias por leerme.
-L@s Quier@-
GS
PD: Yo también estoy aprendiendo a transitar un embarazo ectópico!